Remembranzas de la guerra civil. anécdota de un ex-guerrillero.
Por Mauricio Tejada
SAN SALVADOR - Confieso que al recordar a l@s>compas de las cocinas, me da
alegría pero también tristeza; pues hay vari@s> que no están con nosotros. El trabajo era muy duro, desde el
amanecer hasta el anochecer y no recuerdo haber escuchado alguna queja. En días
normales ell@s> descansaban toda la noche y la seguridad quedaba a cargo de otras
unidades. Para el resto de la tropa incluyendo al jefe era deber turnarse para
ayudar en la cocina, obras de ingeniería y otras tareas.
Cada uno teníamos que dar lo mejor.
Recuerdo cuando en El Jícaro, Chalatenango. murió en plena faena (aunque se le
trató de revivir) la querida esposa del compa Moisés. Fue doloroso para todos;
pero más para él con sus hijos Javiercito y Toño. Se le veló con su guardia de
honor y enterró como toda heroína, era lo menos que podíamos hacer por ella...
Moises fue incorporado a la unidad de
compras y traslado de abastecimientos; Toño siguió de combatiente y Javiercito
de correo. Después se les preparó a los dos en comunicaciones y fueron enviados
a la comandancia. Javiercito rondaba los 12 años, pero parecía tener menos: era
delgadito, respetuoso e inteligente. Pronto se ganó el cariño de todos en su
nuevo hogar. El comandante Dimas Rodríguez lo adoptó casi como hijo. Luego fue
entrenado en las comunicaciones estratégicas, donde tuvo un gran desarrollo...
Hasta el momento de escribir esta nota,
tengo el gusto de decir que los 3 viven. El padre en Chalatenango y los hijos
en San Salvador.
Otra anécdota que recuerdo con cariño
es cuando fueron designad@s> a la cocina de la comandancia: Chavelita con sus hijos, Elvira,
Pastorcito y otr@s> compas. Nos despedimos de tal forma que parecía que nunca más nos
volveríamos a ver.
Habíamos desarrollado una relación muy
bonita, aparte que con Chavelita se iba el pan más sabroso del mundo y con
Elvira una de las más veloces y creativa cocinera. En aquellas “hambriadas”
siempre inventaban algo para comer y mantenían un guardadito para mí.
Confieso que sus muestras de cariño
ayudaron a soportar la falta que mi madre me hacía; pues apenas había dejado la
adolescencia.
Como un año más tarde a Chavelita con
sus dos hijos les enviaron a la Radio Farabundo Martí (RFM). Ella siguió en
cocina y panadería, su hija (Esmeralda) en comunicaciones y Mario tuvo que
esperar un tiempo para ser incorporado a las Unidades Móviles o de
Vanguardia...
Ellos sobrevivieron al conflicto; pero
Chavelita murió en el 1994, Mario a finales del 2009. Esmeralda vive y ha
formado un bonito hogar con Elvis, de la RFM. Los otros compañeros como Elvira
(Dina Guardado), Pastorcito (Neftalí Mejía). viven en Las Vueltas.
Recuerdo también, con mucho dolor la
muerte de “Cangrejillo”. Un niño de unos cinco años, hijo de Emma y su
compañero. Ambos trabajaban en la cocina del campamento de Ramón Torres, cuando
estuvo destacado en Laguna Seca.
El apodo al niño se lo puso Héctor
(Manguillo 2) y como les cayó tan en gracia a los papás que hasta ellos le
llamaban así...
Corría el mes de marzo, cuando fuerzas
del gobierno lanzaron una de las tantas ofensivas en contra nuestra. Después de
varios días de combate tuvimos que retirarnos y al pasar por un caserío cerca
de Guarjila, Emma le pidió a una amiga si le podía cuidar a su hijo por unos
días. La señora accedió; pero cuando la FAES llegó a ese lugar, mató a los
pobladores, animales domésticos y destruyó todo. Eran los tiempos que aplicaban
la táctica de “Tierra Arrasada y Secarle el Agua al Pez”...
Cuando regresamos sólo encontramos
cadáveres por todas partes, entre ellos el de “Cangrejillo”, al lado de un
cerco de piedras del cual tomaron unas para deshacerle la cabeza... ¡Imágenes
dantescas difícil de borrar!
Emma, con su esposo, continuaron en
cocinas y después pasaron a producción. Hoy en día, no sé de su paradero y si
viven espero alguien diga dónde encontrarles.
Nuestras Unidades Móviles siguieron su
desarrollo y todos teníamos que estar en forma. Ser joven no era requisito para
incorporarse; pero la práctica lo exigía: largas caminatas, correr de un lado
al otro a veces muy cargado, desvelos contínuos, aguantadas de hambre, arduo
entreno, etc.
Los de cocinas en ocasiones eran los
más sacrificados; pues algunas veces nos deteníamos a descansar un par de horas
y ellos a encender fuego para cocinar algo de comer; aunque tenían el
privilegio de no entrenar fuerte y si había personal, no se les incorporaba a
ninguna otra actividad.
Sin embargo, en más de una ocasión
dieron gracias a Dios por estar en forma; pues algunas veces el ejército
enemigo les sacó varias “guindas” o les mató. En ocasiones no se podía camuflar
bien la cocina o prepararla de manera que el humo no se viera (cocina
vietnamita).
Una vez en El Jícaro los enemigos
asaltaron por sorpresa el campamento de las FAL-PC en donde capturaron y
fusilaron de inmediato a varios de cocina... Pronto pagaron su acto
cobarde y criminal; pues en el contraataque que hicimos, murieron muchos de ellos
incluyendo un Teniente o Capitán de apellidos Anzora Vanegas; también
capturamos dos soldados, los que después se incorporaron con nosotros y
tuvieron una participación muy destacada... (En otra ocasión narraré de ellos).
Estábamos seguros que para la FAES
todos éramos objetivo de aniquilamiento sin importarles si estábamos mal
armados o desarmados.
Una vez, los del Batallón Belloso
emboscaron a la unidad de Ramón Torres cuando iban subiendo a La Montañona, por
el lado de Llano Grande. Concentraron su ataque a los de cocina, hirieron a un
compañero, mataron a Alfredo (Roque Ortiz, jefe de abastecimientos), como
también a los papás de Patricia y tomaron prisionero a un compa sordomudo, que
los soldados para hacerle hablar le amarraron a un árbol y mientras lo
golpeaban le gritaban que lo quemarían vivo… pero salvamos al mudito! Gracias a
que con la unidad de German Serrano, recién habíamos escalado por otro lado La
Montañona y estábamos cerquita del lugar.
Reforzamos de inmediato; pues sin
querer estábamos en una posición muy ventajosa y agarramos a los soldados a
“boca de jarro”.
Comenzamos a ganar terreno, armas,
mochilas, etc. Los del Belloso tuvieron que salir en “guinda” por aquellas
laderas. El mudito vive en La Ceiba, Las Vueltas y le conocen como el de la
''Historia del Palo Mudo''.
También recuerdo una maniobra militar
que hicimos cerca de la carretera Troncal del Norte, con el chele Samuel y su
tropa...
Los enemigos casi matan a los cociner@s>;
pero los compas se dieron cuenta del peligro y solo tuvieron tiempo para
agarrar sus mochilas ¡yyyyy paaatas pa'que te quiero!... ¡salieron bajo una
lluvia de balas y granadas!
Aparte del gran susto, a nadie le pasó
nada; pero Abelito (jefe de cocina) hubiese querido agarrar del pescuezo al
chele Samuel, pues le culpaba de lo ocurrido y se lo restregaba en la cara.
¡Nos dejaron sin seguridad inmediata!
Solo con los puros tizones y peroles para enfrentar al enemigo! ¿Que tipo de
jefe tenemos? ¡Asi cualquiera es jefe! Vociferaba sin parar...
Samuel se disculpó con ellos y se
abrazaron. Abelito y Samuel viven cada quien con su familia, uno en Arcatao y
el otro fuera del país, de seguro recordando las cocinas guerrilleras.
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